Paseaba un día como tantos otros por el barrio de Chueca cuando me llamó poderosamente la atención la decoración del local que acogía un antiguo restaurante, Divina la Cocina, establecimiento que por otra parte nunca había sido voto de mi devoción. Había pasado a llamarse Boho Bar. A través de su cristalera, observé hipnotizada desde la acera, mientras sonoba en mi iphone la canción de La vie en Rose, un comedor tremendamente ...
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