Odio los domingos. Con toda mi alma. Rotundamente lo afirmo, y por un sinnúmero razones. La primera, porque haga lo que haga, acérrimamente termino acostándome tarde la noche anterior. Da igual que me prometa a mi misma que ese día no saldré, que me repita una y otra vez que voy a descansar, que me intente convencer de lo bien que se está en casa. Me echo a la calle, ...
Lee más