Estimado Diego: No sabes quien soy ni el porqué de remitirte esta carta. Muchos son los motivos por los que te escribo. Te conocí hace ya más años de los que quisiera, en el restaurante Club Allard, pocos meses antes de que te distinguiesen con tu primera estrella. Apareciste tímidamente desde la cocina al concluir la cena para diplomáticamente preguntarnos qué nos había parecido. Te recuerdo discreto y humilde, almidonado con tu chaqueta ...
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