Llevo una vorágine de vida repleta de normas establecidas, procesos, obligaciones y sanciones. Diariamente me veo obligada a madrugar, ser educada, sonreír, llegar puntual, comer cuando debo o coger el teléfono cuando no me apetece. Así que, de vez en cuando, me gusta tener pequeños momentos de rebeldía. Me hacen sentir viva y pensar que todavía algunas veces tengo la capacidad de ser si bien mínimamente responsable de mis propios actos, disfrutando ...
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