Rodeada de azulejos policromados del siglo pasado, anaqueles de botellas, mesitas de madera, bancos corridos y su tan querida barra de estaño, Carmen servía en el 1854 sus tradicionales comidas diariamente a los viandantes, trúhanes, canallas, campesinos venidos a más y posteriormente ilustrados que visitaban su taberna y que por aquel entonces pagaban en reales. "Murió en ese mismo reservado que tienes detrás, trabajando, como siempre quiso que fuese", me ...
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