Ayer cogí el petate y me eché a la calle. Con 20 grados a la sombra, cualquiera se quedaba haciendo calceta en casa. Me metí en la mochila Guías del Ocio, Metrópolis, Duendes y demás revistas callejeras que aún me quedaban por subrayar (valeee, soy una empollona y esto de conocer nuevos restaurantes me lo tomo muy en serio), el ordenador y mi cuaderno de bitácora donde siempre anoto todo. Y, sin rumbo determinado, crucé Alonso ...
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