De pequeña solía escuchar a mi madre decir que si alguna vez se perdía, que le buscasen en París. Yo intuía que nunca se iba a perder, porque tiene una mágica virtud de estar siempre que se le puede necesitar desafiando incluso el espacio y el tiempo, y por otro lado, que aquella ciudad tenía que tener algo extraordinario para que mi madre quisiese esconderse allí. De ella he heredado menos cosas ...
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