Me quedé atónita mirando aquel papel colgado en la puerta de Café Óliver. “Nos trasladamos a la calle Ventura de la Vega”. Era un domingo cualquiera de invierno, de los que acostumbro a ir al Retiro a hacer footing y callejear al regreso cotilleando entre las ventanas de los restaurantes de mi barrio de Justicia. Esperando encontrarme, como cada fin de semana, parejas y grupos de amigos tomando el brunch, me ...
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