No tienen carta. Tampoco hay precios fijos. No se puede pagar con tarjeta. No hay camareros ni están a pie de calle. Tampoco has oído hablar de ellos porque subsisten en el anonimato. Posiblemente cuando vayas, serás el único cliente. Y se permite fumar, porque no hay reglas que aplican. Son los llamados restaurantes clandestinos, que surgieron ya hace años en París, fruto de la agudeza de ingenio por la crisis así como de la ...
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