Ni es santa ni lo parece. Ya le pueden poner aros de angelitos al indicador del cuarto de baño, pero a mí no me la dan. Porque de casta y pura, la primera propuesta de la sociedad En Compañía de Lobos, el restaurante Ana la Santa, y que se nutre del know-how del Grupo Tragaluz, tiene poco. Es audaz, cambiante, cosmopolita, divertida y desenfadada. Pero de cándida ni un pelo. Y es que uno de los propietarios ...
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