FIN DE SEMANA ETERNO EN EL GRAN MELIÁ SANCTI PETRI
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Antes del COVID, tuve la ocasión de pasar por trabajo una noche en el Gran Meliá Sancti Petri. Me quedé con la miel en los labios porque no pude disfrutar de toda la oferta que este hotel destino proponía así que hace unas semanas fui de nuevo de visita a quitarme la espinita.
A orillas del mar y mirando de frente a la playa de La Barrosa, este impresionante destino de 225 habitaciones se alza integrado en el paisaje y rindiendo culto a sus raíces a través de una edificación neomudéjar de estilo nazarí. Y hablo de destino porque este complejo es en sí un fin vacacional en sí mismo.
Desde el momento que pones un pie en el lobby, te sientes en casa. Acoge preciosos jardines, varias piscinas y un magnífico patio rodeado de olivos y fuentes donde desayunar o disfrutar de su propuesta de bar. Pero sin duda lo mejor de este hotel son sus personas y su servicio, realmente enfocados en hacer tu estancia lo más agradable y volcados en todo lo que necesitas.
En mi caso tuve la suerte de probar una de sus habitaciones del Red Level que incluye servicios como piscina privada solo para adultos o desayuno a la carta. A mí personalmente me encanta porque no tengo hijos y esta zona me permite disfrutar de una tranquilidad añadida.
La gran joya gastronómica del hotel es el restaurante del reconocido chef del mar Ángel León, Alevante.

El restaurante con una estrella Michelin basa su carta en los grandes éxitos de Aponiente, si bien ya tiene personalidad propia y aspiraciones de ser candidato a una segunda estrella. Ya no estamos hablando del hermano pequeño de Aponiente. Estamos hablando de un restaurante de cocina de productos kilómetro cero, frescos del día y especialidades del mar con el mismo servicio y rigor del restaurante del Puerto de Santa María.
Los embutidos marinos son un clásico. Pudimos probar el Bacon Marino elaborado a partir de la ventresca de la lubina y crema de botarga con huevo hilado. Ademas, su famosa Tortita de camarones a la plancha con harina de garbanzo, perejil, cebolleta y camarón hervido. Uno de los platos que más nos sorprendió fue su Royal de erizos, con base de mouse de erizos con una holandesa con placton y caviar.
Aquí todo tiene pedigree. El pan es de Artesa, un pequeño obrador de Jerez de la Frontera, el aceite de placton con arbequina de Castillo de Canena. Otro de los platos memorables fue la Quisquilla de San Lúcar con trigo verde con sopa de maíz y cítricos y su Crujiente de frutos secos con helado de limón marroquí y espuma de lácteos con limón en almíbar, envuelto de un precioso storytelling. Mención aparte tienen sus vinos que rinden homenaje a la tierra de Jerez. Por la mesa desfilan amontillados olorosos o Pedro Ximénez ofreciendo una experiencia líquida inigualable.
Además, el hotel ofrece otras propuestas gastronómicas de nivel: Duna Beach, en la propia arena de la playa, todo un chiringuito gourmet que rinde culto al producto de la tierra como el atún y ENTREVIENTOS, su restaurante mediterráneo especializado en brasas, donde el chef Joaquín Lobón recurre a la buena calidad de la materia prima de verduras, carnes y pescados, junto con platos más creativos como el Arroz de rabo de toro y el Tarantelo de chilotas y piñones. Especialmente disfrutamos de unas maravillosas gambas a la plancha y un rodaballo elaborado en sus brasas que estaban deliciosos.
Por último, os dejo una gran novedad. En el 2024 se abrirá un nuevo rooftop, se llamará ENTRECIELOS y será un concepto de Raw Bar de cocina fría y templada y propuesta liquida de alto nivel, incluyendo champagne, estilo ‘sunset bar’.
El hotel cierra ya la temporada, pero abrirá de nuevo con el buen tiempo del 2024. ¡Lo bueno se hace esperar!
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GRAN MELIÁ SANCTI PETRI
Precios:
Noche: 315€ (alojamiento y desayuno)
Alevante: 180€ P(con bebida). Menú corto 15 pases: 145€ (sin bebida) y menú largo 18 pases: 175€ (sin bebida)
Entrevientos: 55€
Duna Beach: 45€