LA JOYA ITALIANA DE CHUECA SE LLAMA GIOIA
En junio de 2015, un mail llegó a mi correo de La Gastrónoma:
“Me presento… Mi nombre es Daniela Rosso y llevo bastante tiempo siguiendo La Gastrónoma, me apasionan tus posts y tu manera de abarcar el sector de la restauración.
Por esta razón te escribo…Mi marido Davide y yo, acabamos de abrir un italiano diferente en el corazón de la capital y me gustaría que lo conocieras. Teníamos este sueño y conseguimos realizarlo, abrimos hace algo más de 4 meses y estamos encantados con nuestro trabajo. Junto con nuestras dos hijas, Giorgia y Valentina, nuestro restaurante es el sueño de nuestras vidas”.

Más allá de los halagos de Daniela, siempre bien agradecidos, aquel mail me llamó la atención y anoté el local para acudir en mi lista interminable de sitios por conocer. Pero el tiempo fue pasando y lamentablemente las palabras de Daniela quedaron debajo de otros muchos correos de restaurantes por visitar.
Y fue así como hace algunas semanas, mi amigo foodie Andrés Galisteo me habló de un pequeño italiano de Chueca que estaba dando mucho que hablar, proponiendo un estilo de cocina creativa de nivel. Entonces, recordé aquel mail que hacía meses había recibido, y sin más tardar, acudí al fin a visitar aquel restaurante en el que Davide y Daniela habían puesto tanto cariño y que empezaba ya a despuntar.
El nombre del restaurante era Gioia, que significa alegría por un lado, y por otro, joya. Y en esa pequeña joya de Chueca se encontraba Davide Bonato, su chef, que tras una larga trayectoria en el restaurante de su hotel familiar, Il Convento, en un pueblecito al este de Turín, Trino, se formó en Londres con Stefano Cavallini (el primer cocinero italiano en conseguir una estrella Michelin en la ciudad), para más tarde emigrar con su mujer a Madrid, la ciudad que un día les cautivó.

Davide me explicó su filosofía “Gioia es la unión creativa entre sabores típicos y tradicionales de la cocina italiana con el gusto estético”. Un estilo de cocina centrado en los sabores esenciales de antaño interpretados con creatividad. De ahí la variedad de su carta donde platos muy típicos conviven con platos de vanguardia. Una oferta fresca, atrevida y de calidad, que se agradece en un barrio cargado de italianos de pasta y pizza.

Y bien es cierto que las horas se esfuman en el coqueto y cálido comedor, de atmósfera más bien rómántica pero sin llegar a lo cursi, donde Davide en los fogones y Daniela en la sala pasan mesa a mesa para explicar los platos al detalle. Distribuido en dos alturas, el local incorpora objetos tan curiosos como las piezas de anticuario entre las que destaca alguna de las radios de un tío de Daniela.

La protagonista de la carta es la pasta fresca, elaborada en su cocina cada día y hecha según la tradición italiana. Entre sus clásicos estrella cabe resaltar sus imprescindibles tallarines, complementados con finas láminas de trufa rallada al momento, yema de huevo y queso cacio nerone, una auténtica delicia.

Pero sin duda, el hilo conductor de su propuesta pasa por los arroces. La pasión por éstos reside en la infancia de raíces piamontesas de Davide, pues creció en una de las regiones donde se cultivan algunas de las mejores variedades del mundo de este cereal: el Carnaroli.
Presentan el arroz en su versión más clásica, el risotto (un icono de su menú es el que se acompaña de trufa y láminas de oro) pero también en otras variantes, como añadido del pato y no protagonista.
Algunos ejemplos es el tartare de salmón con arroz rojo ermes, o el huevo mórbido en costra de arroz negro venere con propiedades antioxidantes, que se acompaña de puré de patatas con trufa, confeti de jamón ibérico salteado y puerros. Un plato tremendamente original.

Además, tras sus dos años de vida (y con una reciente Mención de Honor en los últimos Premios Metrópoli, todo sea dicho), el cocinero ha querido añadir nuevas recetas a su carta. Entre las novedades, proponen la bagna cauda, un carpaccio de solomillo de ternera y verduras de temporada con una salsa típica del Piamonte a base de aceite, ajo y anchoas, un steak tartare ligeramente pasado por la plancha con helado de burrata a la trufa así como l’orto, un arroz rojo integral ermes con hortalizas de temporada como la alcachofa o los espárragos, buena recomendación sin duda.

Asismismo, sus nuevos gnocchi los hace con patata morada y salsa de queso gorgonzola de Novara sobre una cesta de parmesano. También destacan los tallarines artesanales ahumados al roble con una base de salmón, burrata y almendras salteadas.

Y por último, merece la pena dejar hueco para los postres caseros. Obligado su cremoso y suave tiramisú, hecho a base de bizcocho, chocolate (secreto de su receta), queso mascarpone y café que preparan al momento o la pannacotta casera con toques frescos y tropicales que se sienten a través de sus esferificaciones.

Sin duda, una joya que seguirá brillando en el barrio de Chueca en manos de un matrimonio que con pasión, ha conseguido asentarlo en el panorama gastronómico de nuestra capital. ¡Enhorabuena!
Precio medio: 35 euros /Menú degustación del chef: 29 euros (sin bebidas)
Dónde: C/ San Bartolomé, 23
Tél.: 91 521 55 47
Web: http://www.gioiamadrid.es/