LOS CHUCHIS BAR: ¿QUÉ HACE UNA CHICA COMO YO EN UN SITIO COMO ÉSTE?
Hace poco leí el libro del primero médico cirujano y posteriormente conferenciante y predicador de la felicidad, para mi gusto con bastante peor fortuna, Mario Alonso Puig titulado “Reinventarse”. Más divulgativo que otra cosa y aunque no me descubriese la penicilina, la obra se salvaba por sus buenas intenciones de ser una apología a las segundas oportunidades y al derecho a emprender nuevos retos.
Esto es precisamente lo que hace unos meses debieron hacer Fernado Lasala y Paloma Martín-Mateos, dos amigos dedicados al mundillo audiovisual, y que tras la crisis de este sector – con el que empatizo especialmente por ser compañeros de batalla– dejaron las cámaras y flashes aparcadas para cambiarlas por sartenes y cacerolas.
El toque original al dúo se lo dió el novio de Fernando, Scott Preston, un maître aficionado de delantal y barba blanca, que había trabajado en Londres en varios restaurantes entre ellos uno italiano, del que incorporó algunas reminiscencias. Fan del estilo del cooker Jamie Oliver, Scott hizo las maletas y se vino al meollo de Madrid a enseñarnos que la cocina typical british no es sólo beans, salchicas y Fish&Chips, sino que hay también mucho de guisos de carne y roastbeef con verduras, en una reivindicación a lo saludable, que se meten entre pecho y espalda a las 6 de la tarde en Inglaterra.
Y así Scott, Fernando y Paloma formaron “Los Chuchis” como entre ellos se llaman (no sé si cariñosamente), o lo que es lo mismo, y para que nos vamos a engañar, un…bar. ¿Su originalidad? Básicamente, encontrar entre la multiculturalidad gastronómica del Lavapiés de marroquíes que venden couscous, hindúes cocinando pollo al curry y árabes cortando kebabs, un bar donde comer cocina típica británica, acompañada, eso sí, por Estrella Galicia y pan de la tienda de alimentación de enfrente.
Escritores como Elvira Lindo o Jean Gibson, diseñadores de la última Fashion Week de Madrid como Andrés Gallardo, Carlos Díez o Ana Locking y críticos gastronómicos de la talla de Mikel Iturriaga (el cual les ha dado un buen impulso) han probado ya su menú escrito a mano y a 10 euros.
Si tienes suerte (por aquello de que la impresión no tiene más coste que el boli y el papel y que lo renuevan cada día), te puede tocar alguna de sus especialidades: el asado de cerdo lentamente con patatas y manzanas caramelizadas, las pieles de patata con sweet chilli y mayonesa, el cordero con salsa de yogourt y menta o las fish cakes de patata y salmón. Y todo todo casero y con sus tradicionales salsas británicas gravy o stilton, que no podían faltar en los guisos.
Tan variopinta como su clientela, porque hay desde modernos o poperos desaliñados, pasando por moros y mercades de cd’s que entran a refrescarse el gaznate, es su decoración: un perchero francés de los años 50 con un bombín, mobiliario traído de mercadillos y anticuarios de Inglaterra, teteras vintage, una muñeca Little Miss Sunshine en miniatura y el toque romántico de las flores frescas en un amago de decorar las mesas y que renuevan cada dos días, para rematar.
Un estilo semi decadente, a lo bar de sostener barra, con su grifo de cerámica de Sargadelos, pizarra y tiza incluida, pintado en azul celeste y con tan sólo 5 mesas, para las cuales hay peleas para reservar (ojo que estamos en Lavapiés). Como diría el propio Loquillo, me pregunto, ¿qué hace una chica como tú en un sitio como éste?
Precio medio: 10 euros el menú completo (12 euros los fines de semana)
Dónde: C./ Amparo 82 (Lavapiés)
Tel.: 91 127 66 06