UNA INESPERADA COMIDA EN EL CORTE INGLÉS
No sé si os había ya comentado, empiezo a perder la cuenta de esos espontáneos retazos de mi vida que de vez en cuando os cuelo por algún que otro post, que entre mis variopintas experiencias profesionales, desde becaria de Letizia Ortiz en Televisión Española (no vale hacerme la típica pregunta de cómo era), pasando por reportera dicharachera de la Agencia EFE, cuidadora de niños de los McDonnell que bien podrían asemejarse a los Simpsons a lo irlandés, o camarera en Melbourne de un local de despedidas de solteros donde curiosamente el espectáculo estrella eran dos australianos vestidos de flamenca y torero que bailaban una sevillana, también fui, sí, agarros bien los machos, dependienta de El Corte Inglés.
De dicha etapa en nada menos que el Departamento de Complementos de Señora aprendí, además de que el cliente siempre lleva la razón (aun cuando venga a devolver una pashmina ya usada o a cambiar un año después un cinturón porque ha engordado), grandes enseñanzas, por ejemplo, que además del cliente, el jefe también tiene siempre la razón, incluso cuando se metía en el almacén los sábado por la tarde a escuchar el partido, que el uniforme de flores y satinado que nos ponían era imposible que le sentase bien a nadie y que con un poco de picaresca y con el único objetivo de conseguir más comisión para sufragar los mundanos gastos de una universitaria, era capaz de colocar cuatro medias reductoras, un bolso de Burberrys y un foulard de cachemire a una señora que venía a por unos simples calcetines. Sin embargo, y voy a ponerme seria, de mi época como vendedora compulsiva entendí que las copas de la discoteca o los viajes con mis amigas en verano no se pagaban solas. En definitiva, que quien algo quiere, algo le cuesta.
Y miradme ahora, convertida una mujer hecha y derecha, o al menos, no demasiado torcida, gracias en parte a haber tenido que hincar el callo mientras estudiaba la carrera tecleando en el TPV.
Así que cuando Diana Silvestre, Relaciones Públicas de El Corte Inglés, me llamó hace unas semanas para conocernos, no pude sino decirla que sí, por el especial cariño que aún guardo a citada empresa, que me ayudó, cuanto menos, a enderezarme un poco.
No quiero que penséis que este es un post de autobombo en pro del consumo del centro comercial, con sus consecuentes odas al día de la madre, rebajas y estaciones del año, pues si bien todos sabemos que ha sufrido sus problemillas frente a la marca blanca de supermercados como Mercadona o a la democratización de la moda con nuestro multinacional Inditex, creo que ninguno podemos poner en duda que hayan sido líderes en muchas cosas, desde el pago con tarjeta hasta la devolución del dinero, pasando por la exportación de nuestra tan amada Marca España a través de un triángulo verde y blanco reconocido por todos, y ahora también, y rotundamente podemos afirmarlo, en la innovación en el ámbito de la gastronomía.
Me refiero a su apuesta desde siempre por los productos de calidad y gourmet. Y muy especialmente, al lanzamiento de sus multiespacios gastronómicos o Gourmet Experience, hace cerca ya de cinco años y cuando aún esto de la gastronomía no se había puesto de moda gracias a concursos de la tele donde todos nos creemos que nos pueden dar una estrella Michelín.
Fueron los primeros que apostaron con un rincón dedicado a las delicatessens, para más tarde, abrir en Madrid el primero de sus espacios de Goya hace ya cerca de 5 años, al que continuó el de Castellana y en 2012, y ya buque insignia, de Gran Vía. En él, han conseguido por ejemplo que Dabid (sí con “b”) Muñoz apostase por StreetXo, su concepto de cocina casual basado en la comida callejera y que pronto exportarán a Londres, conviviendo de forma cosmopolita con la gastronomía española de La Máquina o Imanol, la latinoamericana como la Central Mexicana, la americana con Hamburguesa Nostra (ya os conté en otro post cómo de fan soy) o italiana, con las pizzas artesanales de Al cuadrado y que antes sólo se encontraban en un pequeño local de la calle Ballesta.
Pero también en este cielo de Gran Vía hay cabida para para lo dulce, con helados, chocolates y bombones artesanales de Amorino o el extenso surtido de panadería y pastelería de [H]arina. En definitiva, marcas urbanas, sibaritas y callejeras.
Y francamente, merece la pena. No estamos hablando de la cafetería de centro comercial a la que nos tenían acostumbrados, donde van las señoras con su visón a comerse unas tostadas con mermelada y mantequilla, sino de un espacio para el deleite gastronómico, donde comer, degustar en sus mesas o comprar una selección de los productos gourmet más exclusivos de la máxima calidad.
Reconozco que puedo pasarme horas en el Gourmet Experience de Gran Vía, situado en la 9ª planta del centro, viendo la cantidad de productos exclusivos (me encanta la zona de galletas y aperitivos) e importados (eso va en el precio), sus variedades de quesos o la amplia bodega de vinos que mucho tendrían que envidiar algunas vinotecas de Madrid. Para mí, es lugar imprescindible cuando organizo cenas en casa, porque siempre encuentro algo original o curioso con el que sorprender a mis invitados. Además, abre hasta las doce de la noche y desde su terraza, más apropiada en verano pues no está cubierta, las vistas son, simplemente, espectaculares.
Y sí, en estos de la restauración, El Corte Inglés lo ha hecho muy bien. Diana me invitó a comer a su nuevo restaurante en El Corte Inglés de Serrano, abierto en septiembre de 2013, el primero de los que la empresa prevé abrir en sus centros y que responde a una demanda más selecta, con un espacio multifuncional con barra, terraza o salones privados para comidas de negocios y de más alto standing.
Las tortitas en la cafetería entre pelos cardados y carritos de bebés han pasado a la historia. Se trata de un restaurante con una decoración elegante y sobria, donde se cuida la presentación, la materia prima y los productos de calidad. No es de extrañar que la cocina se surta de las dos lonjas que posee la propia compañía o de los productos que se pueden encontrar en sus carnicerías, pescaderías o propias tiendas gourmet. De hecho, a modo de curiosidad, el restaurante ofrece la mayor carta de vinos de Madrid con más de 160 referencias, las mismas que se pueden encontrar en sus Gourmet Experience y que se venden, además, al mismo precio.
En manos del exquisito servicio de José Luis García, su maître, y acompañados por Guillermo Arcenegui, Director de Restauración del grupo, pero además gastrónomo empedernido y, lo que es más relevante, visionario de toda esta nueva apuesta gastronómica de la empresa, pudimos disfrutar de una cocina que me sorprendió por su calidad y a la vez, sencillez.
Empresarios o clientes habituales leyendo un libro se daban también cita en un ambiente relajado donde todo fluía de una forma espontánea.
Tras unos aperitivos para abrir boca…
…probamos unos exquisitos entrantes también disponibles en medias raciones, tales como esta burrata con berros y pesto rojo (13 euros), mirad que buena pinta:
O las alcachofas confitadas en aceite de oliva virgen extra con huevo a baja temperatura, puré de patata y trufa negra rallada (17 euros), imprescindible probarlas:
A destacar también las verduras en tempura con lagostinos, salsa de soja y gengible (14 euros):
Como principales, una espectacular y generosa merluza de pincho con almejas en salsa verde y puré de coliflor (18 euros):
Y este taco de solomillo de buey asado con salsa de uvas, boletus y cebollitas caramelizadas con patatas suflé (24 euros):
Apetecible también en la carta el bacalao negro a la brasa con verduras escalibadas y crema de ajos asados (20 euros) y una especialidad de la casa, el steak tartar de solomillo con tres mostazas y rúcula (22 euros). Así que después de este banquete, sólo nos quedó hueco para un ligero postre a compartir de frutos rojos:
Y todos los platos, sin pega alguna, en su punto y por un precio medio de unos 45 euros, con una magnífica relación calidad – precio.
Supongo que muchos de vosotros, como yo, nunca habríais pensado que podríais disfrutar de una comida propia de un restaurante de Jorge Juan o Juan Bravo en un centro comercial. Pues sí, mi querido Corte Inglés continúa reinventándose.
Sólo una pega, y es que lamentablemente no abren por la noche, pues el restaurante cierra con el horario del propio centro. Habrá que volver a mediodía.
– GOURMET EXPERIENCES:
Dónde: El Corte Inglés de Goya, Castellana y Gran Vía
Web: Gourmet Experience
– RESTAURANTE SERRANO 47:
Precio medio: 45 euros
Dónde: El Corte Inglés de Serrano
Tel.: 91 432 54 90
Web: El Corte Inglés Serrano
Los platos tienen una pinta buenisima, sobretodo el plato de alcachofas confitadas.
Que hambre!!!!
Un saludo