LA FIESTA DEL AFTER (NO) WORK
Presumo que a estas alturas de la película ya habréis frecuentado en reiteradas ocasiones afterworks de todo tipo de variante y condición que no es sino otra cosa que lo que siempre hemos denominado como tomarse unas peladas cervezas a la salida del trabajo. Dicho lo cual, hace un par de fines de semana, a mí me dio por organizar un after (no) work, o lo que es lo mismo, preparar una fiesta para amigos a golpe de sábado por la tarde.
Sí, ya sé que el término me lo he inventado yo, pero no encontraba otra denominación mejor para convocar a mis camaradas a la inauguración de mi morada. No hace falta que me recordéis que ya habéis visto mi nuevo felpudo hace tiempo y que qué es eso de inaugurar una casa tres meses después de haberse mudado, pero las cosas de palacio van despacio, y después de algún problema con el proveedor de muebles (no os recomiendo comprar en MIMUB porque lo que adquieres a veces no llega nunca, tal fue mi caso) decidí que ya era hora de encontrar alguna excusa más que aparente para abrir las puertas de mi modesta guarida y ponerme de nuevo manos a la obra con la organización de algún sarao. Dejadme que amenice con el gran éxito de Mecano «Me colé en una fiesta» este post, que el rollo va para largo.
Esta vez el challenge era mayor. Mi reputación como principiante en el mundo de la gastronomía estaba en evidencia y me lo jugaba todo a una carta: la de conseguir que no sólo hubiese una oferta gastronómica propia de un día de guardar a las 7 de la tarde, sino también, que tuviese una presentación admisible para un evento de tal calibre.
Así que no lo dude ni un momento y visité la web de Klimer, recientemente estrenada para los cocinillas amateurs como yo. Si aún no lo conocéis, Klimer es proveedora de los mejores restaurantes, bares de tendencia y neotabernas con una cartera de clientes entre los que se encuentran Diego Guerrero (Club Allard) o David Muñoz (DiverXo).
La web es alucinante para particulares como yo con alma de anfitrión; puede encontrarse más de miles de variedades de brochetas, mini freidoras para presentar, por ejemplo, unas croquetas o una tempura, probetas y tubos de pomada para darle un toque chic a las cremas, mini botellas para rellenar por ejemplo con un salmorejo, ‘cocottes’ de inspiración vintage, latas que imitan a las de caviar, botellines personalizables al 100% o cartonaje en miniatura para pizzas o noodles.
Aunque bien es cierto que el nivel advanced me lo guardo para el siguiente banquete, dejando de lado la adquisición de condimentar algún plato con nitrógeno o deshidratarlo, preparar un ovillo de algodón de azúcar o elaborar una crema con sifón, me decanté por algunos originales utensilios que podréis ver a continuación que incluso se pueden ir a visitar a su Showroom en el Polígono Ventorro del Cano.
Teniendo ya el envoltorio del previsible ágape, ya sólo me faltaba pensar en el menú final. Siendo un evento de tarde y con un número previsible de asistentes en torno a 40 personas, tenía que encontrar un maridaje original que combinase el picoteo y apetito consecuente según se adentraba la noche, con cerveza, vino y obligado gin tonic de cualquier after (no) work (yo me lo he inventado así que yo pongo las normas).
Recordé aquella tan original como rocambolesca idea del BURGUER & GIN TONIC que ya se está poniendo de moda en alguno de los locales de España como La Royale de Barcelona o O’Donnel 32 Burger & Gin Tonic Club en Sevilla (con sus consecuentes críticas, léase El tonto del Gin Tonic ahora come hamburguesas), por lo que liándome la manta a la cabeza y poniéndome el mundo por montera me armé de valor y me autonombré embajadora del nuevo concepto recién llegado a la capi, el GIN & BURGER madrileño.
Teniendo en cuenta la afluencia de amigos, algunos gorrones reconocidos y venidos manifiestamente sin comer que se me presentaban en casa, no quedaba otro remedio que retrabajar el concepto reduciendo el tamaño y decantarme por mini-hamburguesas. Pensé en aquellas que sirven en Los 40 Café y que sorprendentemente son de colores (a saber los aditivos que te estás metiendo para el cuerpo, pero eso es otro cantar) e investigando encontré una web donde comprar el icono neoyorkino en formato XS, Innogourmet, una empresa de Valencia a la que se las encargué por mensajero.
La carne no podía ser otra que la de Hamburguesa Nostra que venden en el Mercado de San Antón, la cual tuve que reelaborar para adaptarla al formato del pan. A pesar de que a estas hamburguesas no es necesario añadirles más condimentos de los que las propias carnes en sus diferentes variedades (desde trufa hasta japonesa) llevan, a mí me dio por rizar el rizo. Y voilà, añadiendo una pizca más de imaginación, las minicajas de hamburguesas Klimer a las que customicé con etiquetas handmade, éstas fueron las resultantes variantes:

– MÉXICO LINDO: con su pan verde untado con guacamole, carne mexicana, y a la que añadí un pisto de pimientos y cebolla con polvo para fajitas
– DELICATESSEN: con el pan marrón, carne gourmet de foie, a la que añadí foie gras de pato fresco, berros y cebolla caramelizada
– TYPICAL SPANISH: con el pan rojo y la variedad de carne “española”, que condimenté con productos de la huerta como lechuga, tomate, pepinillo dulce, queso, kétchup y mayonesa.
– EXÓTICA: con pan amarillo y carne del mismo nombre, piña y salsa de curry y mango

– FRANCHUTE: de pan azul y carne Roquefort, con crema de queso camembert y salsa de pimiento rojo caramelizado
– YANKEE: con el pan de siempre y carne de Buey Gallego, que condimenté con bacon y salsa barbacoa
Como os podréis imaginar, la hazaña de prepararlas llevaba su tiempo, así que engañé a mi madre y sobrina Eva para ser pinches por un día, porque este tipo de platos se tienen que hacer como quien dice en el momento.
Pensé entonces que no a todo el mundo le gustaba la carne, por lo que busqué otras ideas y recordé el ya famoso y consolidado potito de huevo con patata y trufa de La Gabinoteca del chef Nino Reduello, desciende de los creadores del restaurante «La Ancha». Encontré la receta en Internet, fácil de elaborar en formato mini donde sólo tienes que cambiar el huevo de gallina por uno de codorniz (otra cosa es echarlo en el recipiente sin que se rompa la yema, que esa ya es otra historia). Así que preparé el puré de puerros, patatas y mantequilla que lleva de base, añadí el huevo, aceite de trufa y paté italiano a la trufa negra LA RUSTICHELLA (me costó encontrarla pero la conseguí en El Rincón del Gourmet de El Corte Inglés), decoré con las patatas fritas a lo pobre y los cocí al baño maría para posteriormente sellar cada recipiente con una plancha. Sí, como lo oís, los botes de yogurt de los de antaño se sellan con el calor de las tapas que vienen aparte, y queda así de chulo:

Como también había adquirido algunos envases de latas, en formato redondo y oval, decidí que lo mejor era encontrar un par de platos que comer con tenedor y que no fuesen demasiado elaborados, así que me decanté por un risotto funghi porcinni y otro de frutos del mar que adquirí en la tienda delicatessen de degustación y productos italianos Gusto dell’Accademia, y que me mandaron a casa para que les diese el golpe final de calor (siento defraudar al personal, pero lo confieso, éste es el único plato que no salió de mis fogones sino más bien del microondas):

También preparé un salpicón de marisco elaborado con buenos langostinos de Pescaderías Coruñesas, verduras, aceitunas verdes, palitos de mar y su pertinente aliño:

Y como en toda merienda, siempre tiene que haber algo de pan, por lo que siendo fan de los Bagels de la tienda americana Taste of America, compré los de tamaño mini con y sin semillas, los cuales rellené de salmón con salsa de mostaza y miel y algo de verdura así como romero, además de otros de queso cheddar con jamón cocido Frial Extra Baby del que tomábamos cuando éramos pequeños y que nos supo a gloria.

Y el último detalle que no puede faltar tampoco en una merienda, los snacks con los que rellené los conos Klimer con la ayuda de mi sobri (que rellenó de forma muy original y pegó pacientemente además las etiqutas) como las patatas moradas Vitelotte (yo sólo las he comprado en Carrefour pues no las he visto en otro establecimiento), patatas de yuca y jengibre Del Abuelo, aperitivos salados de pretzels con queso cheddar de SNYDER’S OF HANOVER, palomitas sabor a chili rojo y lima de Brasil de LORD POPPINGTON’S o mis favoritas, los chips de vegetales con zanahoria, patatas y remolacha TYRRELL’S.

De postre me dio por elaborar Cupcakes de Oreo y Muffins de Arándanos. La receta de los cupcakes la saqué del blog Las Recetitas que me costó sonsacarle a mi amiga Lola (la cual no quería confesar su fuente, pues es el mismo blog de dónde saca la friki-receta de su especialidad, los chupitos de ginebra con forma de minisandías) y la de los muffins fue una receta genérica a le añadí crema de queso en el interior para que estuviesen más esponjosos.

Las Cookies de Lacasitos las elaboré con uno de los kits que venden en Lise & Leti, muy sencillo de hacer, y me quedaron blanditas como las auténticas americanas:

Y como no podría ser de otra manera, gominolas de Migueláñez, que además este año han lanzado de nuevo su campaña Sonrisas Dulces, y donan 5 céntimos a la Fundación Síndrome de West por cada persona que entre en la Web y vea el “spot solidario” que han colgado, así que ya estáis tardando!

Os estaréis preguntando, ¿y las bebidas? Éstas las coloqué en una mesita baja y aparte, Viña Ardanza 2004 como tinto, Martin Codax de Albariño en honor a mi amigo Landeiro, cervezas adquiridas por mi amigo José en LIDL (porque según él son las mejores y me fío por sus orígenes alemanes) y diversos espirituosos entre ellos varios tipos de gin tonics premium entre los que se encontraba mi favorito Brockman’s, llamado también el gin tonic de las mujeres (el Martin Miller’s pasó a mejor vida) y botánicos diferentes como frambuesas, enebro, hierbabuena o moras.

En la mesa, panes de diferentes semillas adquiridos en Kosmen & Keiless en la cesta favorita de Napoleón…

…pizarritas de Pippa’s, una nueva tienda recién inaugurada en la calle Bárbara de Braganza con divertidos productos para fiestas, etiquetas compradas en Amaté de la calle Argensola, donde tienen variedad de cartoncitos para esquibir, y obligado un ramito de flores frescas, en este caso de Margarita se llama mi amor, una floristería de ensueño de la Calle Fernando VI, y que dieron el toque romántico a la presentación junto a una lista de Spotify «Dinner with Friends«.

…Y he aquí el resultado final del behind the scene que os he descrito…prueba de gastrónoma superada!


Créditos de foto: Luis Álvarez @luisphoto – Your Blue Room
¡Espectacular! ¡Enhorabuena!
sin palabras…
impresionante, especial,,,
el mantel de dónde es?
Doy fe de que todo estaba riquísimo. Que una amiga se esfuerce tanto por agasajarte no tiene precio. Os recomiendo seguir a pies juntillas los consejos de esta Gastrónoma porque todo lo que hace es un éxito.
Lo compré hace un par de semanas en Zara Home…lo cierto es que tiene un cierto aire navideño pero vale también para otras ocasiones, así que ha sido una buena adquisión 😉
Mil gracias por tu comentario Ana!!
Muchas gracias Marta!!
Me encantan las minihamburguesas!!!! Voy a copiarte la idea 😉
Hola podría ser un brunch de domingo, como funciona para reservar?¿?¿
Magnífica la decoración, me gusta mucho la idea!. Y las hamburguesas que pinta..