RARO RARE, EL RESTAURANTE PARA EXTRAVAGANTES
Sabe Carlos Fontaneda, propietario del Bar Galleta o Perro y Galleta, que resturante que abre, restaurante que soy la primera en visitarlo. Sus propuestas siempre me han divertido, especialmente el restaurante Perro y Galleta, el cual, y más allá de una decoración muy conseguida, propone un concepto muy fresco en torno a las razas perrunas, en el que se cumplen las tres b’s (bueno, bonito y barato).
Sin embargo, y esta vez, el propietario descendiente de los galleteros Fontaneda, me ha dejado completamente descolocada. Y para bien. Porque Carlos, ha rizado el rizo, y se ha arriesgado con un restaurante tan raro como su propio nombre indica, Raro Rare.

Que si tiramos de diccionario, la RAE nos recuerda que este adjetivo no quiere decir otra cosa que aquello extraordinario, poco común, escaso en su clase, sobresaliente, extravagante y propenso a singularizarse. Y visto desde esta perspectiva, ¿quién no querría ser raro, me pregunto yo?
Así que sin duda, su restaurante no os dejará indiferente. Porque en un clásico edificio del siglo XIX a escasos metros del mercado de Barceló ha plantado un local de lo más particular. Tanto en continente como en contenido. Ya la decoración se antoja diferente, con objetos que rinden homenaje a su tío Ángel, el cual hacía todo tipo de colecciones. O como el propio Carlos lo define, «un gabinete de curiosidades» decorado por él mismo.

Grandes ventanales e iluminación muy cuidada en una sala pequeña presidida por un cuadro de la diosa Era, que vela por todo tipo de objetos apilados por las paredes: bastones, polvoreras, frascos de farmacia, mariposas, langostas o incluso corales, entre sillas de madera natural y vigas de hierro y madera al descubierto.

Respecto al segundo apellido del local, Rare, se trata de una apelación a su distintiva cocina, donde abundan platos crudos y semicrudos, además de otros con un hilo conductor: la combinación de ingredientes totalmente inesperada y original. Platos poco procesados, materia prima a la altura del precio y una oferta diseñada bajo la inspiración de restaurantes internacionales.
De su carta destaco algunas recetas que pude probar y que no me defraudaron. Los mejillones sweet chilli con cebolla sobre lima recuerdan a alguna otra propuesta de restaurante fusión de Madrid (Pink Monkey, por ejemplo), muy conseguidos, los tacos pibil que elaboran con carrillera merecen aparecer en la comanda o sus alcachofas, muy originales, pues llevan polvo de ajo que se aprecia lo justo, así como emmental y cecina:

Otro de los platos que me resultó muy conseguido por la textura es el tiradito de corvina con huevas y ponzu:

Destacan asimismo los falsos callos vegetarianos que en realidad son setas, así como el ceviche de covina y gambón con leche de tigre:

Dicho lo cual, en el restaurante se proponen otros platos que son realmente arriesgados, así que estos los dejo a gusto de mi lector: ancas de rana con mayo de cilantro y mojo amarillo, crestas de gallo que se sirven rebozadas, polenta, quicos y palomitas…Y ojo, porque no tienen carta de postres, pues aquí el protagonista es la explosión de sabores de los platos principales… Sin duda, ¡un nuevo descubrimiento digno de mención apto solo para los más arriesgados de la ciudad!
Precio medio: 40 euros
Dónde: C/ Barceló, 5
Tel.: 682 050 304